Fascinados por los trágicos sucesos que envolvieron la caída del Castillo de Vilarromà, nos adentramos en un lugar plagado de leyendas para descubrir en la ruta de la Vall de Bell-Lloc la historia de los inicios de la ciudad de Palamós.
Los senderos que atraviesan nuestras poblaciones, guiándonos con sus franjas blancas y rojas (sendero de gran recorrido GR, más de 30 km de distancia), blancas y amarillas (sendero de pequeño recorrido PR, hasta 30 km de distancia) o blancas y verdes (sendero local SL, menos de 10 km de distancia), no solo nos muestran el bello paisaje de sus márgenes también la historia de las poblaciones por las que discurren.
La ruta de la Vall de Bell-LLoc la decidimos hacer fascinados por los trágicos testimonios que recoge Pere Trijueque en su investigación sobre Palamós y animados por la pasión en los relatos de Alícia Genís del Servei d’Arxiu Municipal de Palamós.
Para pernoctar en esta zona, aquellos que quieran hacer esta ruta o visitar el poblado Ibérico, tenéis el aparcamiento que hay al lado del Bar Iris (Geolocalicación en https://goo.gl/xJkcx3). Este parking tiene una zona de jardines para niños y una fuente, también un inquilino que vive todo el año en su furgón casa.
El itinerario de la Vall de Bell-lloc empieza en Can Pere Tià, donde se puede dejar la furgoneta cerca de la Hutchinson y coger la pista forestal. Es una ruta fácil y circular.
Sin poder evitar pensar en los cuatro jinetes del apocalipsis a los que hace referencia Pere Trijueque en su artículo, caminamos especulando en cómo sería la vida de las personas que habitaron aquella zona. (Publicaciones de Pere Trijueque)
Nuestra primera parada es el Molí del mas Xifra de Vall el cual, en su momento, el Ayuntamiento de Palamós junto con Medio Ambiente recuperó y limpió, aunque a día de hoy está un poco dejado. Este molino está situado al lado de la riera de Bell-lloc y ya hay constancia de él desde el año 1322. Si seguimos el camino, a poca distancia, se encuentra el Forn del mas Antoniet. Un horno de cocción de baldosas y materiales de arcilla para construcción.
Toda la zona tiene un color verde oscuro por el predominio de bosques de encinas y alcornoques.
Nuestra siguiente parada es la ermita de Bell-lloc (santuario de Santa Maria de Bell-lloc). La primera fecha de la que se tiene constancia es de 1274 y con la llegada de la peste negra (1348) todo el valle quedó despoblado, dicha plaga se sucedió en 1652 –primer jinete del apocalipsis-.
Cerca de la ermita hay una escalinata que baja hacia la riera por donde se llega a la Font de Bell-lloc, construida sobre el 1700. Un lugar fresco y tranquilo para hacer el primer descanso.
Para llegar al Castillo de Vila-romà se ha de atravesar la riera (en época estival seca) y subir por un sendero estrecho pero señalizado. Una vez arriba llegas a un camino real señalizado con las franjas blancas y amarillas. Si tomas la dirección opuesta al castillo podrás admirar los restos de la calzada por la que se hace la popular “Marxa dels Traginers”. Un camino utilizado por los arrieros para el trasporte de mercancías. Justo por este camino entraron las tropas de Napoleón. Las guerras fueran el segundo jinete del apocalipsis, al considerarse el Castillo de Vila-romà un enclave importante; al igual que Palamós y su puerto que fue atacado, entre otros, por el Pirata Barbarroja el 5 de octubre de 1543.
A la hambruna de entre épocas que pasaron sus habitantes se la considera el tercer jinete del apocalipsis y el cuarto, según el artículo de Pere Trijueque fue la elevada mortandad que impidió la recuperación de la sociedad, de aquí el declive de la esta zona.
La verdad es que tanto la historia que envuelve esta ruta como sus principales destinos nos ha resultado fascinante. Somos conscientes de que nuestros perros han disfrutado del itinerario por el simple hecho de caminar libres por el bosque, correr y olfatear rincones nuevos, pero nosotros hemos aprendido un poco más sobre nuestro patrimonio.
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