3 – 3 motivos para no viajar con perros

Lo peor de viajar con perros en furgoneta.

Para mí, lo peor de viajar con perros no son los perros en sí, es el concepto que tiene el ser humano de lo que significa tener un perro.

¿Quién no recuerda aquel spot publicitario de una marca de papel higiénico y su adorable protagonista? La imagen de un tierno y achuchable labrador corriendo suelto aparece como al instante en nuestra mente; o la de un precioso golden con su resplandeciente pelaje dorado y sus sedosas orejas al viento al lado de una típica familia americana de clase media (caucásica y en las escalinatas de una casa)…. ¡Qué escenas tan magníficas! ¿no creéis? Pero, ¿cuánta verdad hay en esas imágenes?

Tener un perro como animal de compañía puede ser lo más gratificante o lo más devastador para nuestra vida. Todo dependerá de las expectativas que tengas. ¿Cuántos de vosotros os habéis desgañitado gritando como posesos el nombre del susodicho can al soltarlo sin recibir ni un triste amago de comprensión en sus ojos cuando ha girado la cabeza en plena carrera para miraros (si la ha girado)? ¿Y cómo se llama lo que habéis sentido? Mira, te lo voy a decir. Se le llama frustración, decepción, rabia e incluso,  algún zoquete, habrá sentido ira.

¡Qué hermoso es ver a esos perros celestiales al lado de sus dueños! Sobre todo cuando el tuyo está esperando escuchar el “clic” de la correa para convertirse en una mezcla de correcaminos y diablo de Tasmania! Y ¿cuántas veces habrás dicho (o escuchado) eso de: “no te preocupes, no hace nada”, y antes de terminar la última palabra tu espléndida mascota te ha involucrado en un conflicto internacional del que no te salva ni la diplomacia de Barack Obama ni el dinero de Donald Trump?

viajar con perros en furgoneta es lo mas

Vivir con perros es lo más y viajar con perros en furgoneta es genial. ¡Cuánto daño ha hecho la tele y sus anuncios! Sí. ¿Sabes por qué? Te lo voy a explicar. 

Mira, no es alegría ni ternura lo que se siente al llegar de trabajar y encontrar la casa como si una manada de ñus hubiese pasado por tu comedor, recibidor o cocina (ni te lo cuento si la fiesta ha sido en el dormitorio). No es alegría, no. Ahora, imagínate esa manada de ñus en el interior de una furgoneta…Te lo voy a repetir, por si no lo has entendido. Mira, no es alegría, no lo es. Creeme.

Pero hablemos de viajar con perros en furgoneta camper…

¡Qué bonito es viajar con perros! Sobre todo cuando tienes que compartir el habitáculo de la furgoneta para dormir y, al irritante sonido de los mosquitos se le suma el de patas rascándose o el de los lametones continuos. Porque un perro dormido es una imagen idílica pero hasta que se duerme pueden pasar muchas cosas…

Y tú, que has preferido pasar calor a tener que abrir las ventanillas para evitar las picaduras de insectos, te encuentras que en medio del silencio de la noche se escucha un fino silbido producto de alguna ventosidad involuntaria. Ese efluvio que inunda la cabina te obliga a abrir las escotillas aún sabiendo que los vampiros acechan en el exterior, esperando entrar como quien espera la happy hour en un bar.

Y ¡qué decir de cuando has estacionado tu furgoneta cerca de algún riachuelo, lago, pantano o playa donde tus increíbles perros han podido disfrutar de un día entero de baño! El problema está en sacarlos antes de que el sol se ponga (para que se sequen digo, que no son Gremlins -aunque algunos lo parecen-); de lo contrario, nada (ni los saquitos de carbón activo) harán desaparecer de la tapicería el intenso olor a perro mojado. 

Y, después de ese maravilloso día, antes de arrancar la furgoneta, te giras y lo miras a los ojos. Le ves ese brillo y esa expresión de felicidad perruna tan de anuncio de tele. Eso si siguen despiertos, porque el mío se queda frito al instante de acomodarse en la furgo.

Pero, pese a todo el estrés del día, en tu interior sabes (o quieres creer) que valdrá la pena las horas que te vas a pasar limpiándolo todo. Y ¡qué decir de los aspavientos de hastío de las personas que durante la semana se subirán a tu furgo y se quejarán de los pelos clavados como escarpias en la tapicería! Personas que te lanzarán consejos sobre cómo y con quién debes vivir tu vida (ésta, en mi caso, es mi madre). Pero lo que ellos no saben es que en ese instante tu mente vuelve atrás, al momento exacto en el que se produjo esa mancha, arañazo, mordedura… y la voz desaparece, ya nada importa. ¿Y sabes por qué? Porque pese a todas las trastadas y destrozos, adoras a ese peludo que te acompaña a todas partes.

El amor hacia nuestras mascotas, como cualquier sentimiento, está infravalorado. Podríamos empezar a hablar de educación puesto que es la base para una buena convivencia. Las sociedades se rigen por normas morales. Unos valores éticos que estamos obligados a transmitir a nuestros descendientes, haciéndose extensivo a nuestras mascotas ya que comparten un lugar en la familia y, por lo tanto, no lo olvidemos, en la sociedad.

Viajar con perros en furgoneta requiere de mucha paciencia.

Viajar con perros en furgoneta requiere de mucha paciencia. No solo has de vigilar y controlar a un animal al que has sacado de su hábitat (la casa, el sofá, el parque, su jardín…) también todos los componentes externos que pueden resultar un peligro para él, incluidas las reacciones de otros animales o personas. Por este motivo es tan importante la educación y ser realistas con nosotros mismos y con nuestras posibilidades a la hora de elegir un compañero de cuatro patas.

Por suerte para todos los que viajamos con perros, la sociedad está más concienciada con el nuevo rol de las mascotas en el núcleo familiar y empieza a adaptar su legislación a este hecho. Cada vez hay más voces que reclaman el perro como un miembro más de la familia y los espacios públicos adaptan su normativa. Pero nosotros como propietarios también hemos de adaptar y enseñar las normas de convivencia a nuestro peludo, ya que la responsabilidad de cualquiera de sus actos es nuestra. Y es esa parte la que algunos propietarios no terminan de interiorizar: el perro es un animal, el humano es el ser racional. Por supuesto que siempre hay excepciones, en ambos lados. No podemos convertir a todos en “locos de los perros”, pero sí minimizar el efecto negativo de las voces que se oponen al cambio que en nuestra sociedad se está produciendo con el movimiento #petfriendly. 

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