En mi caso, combino la cartografía tradicional con las aplicaciones para planificar rutas. Al igual que me pasa con los libros, siento una predilección especial hacia el tacto y el olor del papel. Y, sin intención alguna de establecer un debate sobre lo contradictorio o no que pueda resultar estar pendiente de aplicaciones móviles durante la práctica del senderismo, sí diré que pienso que la tecnología puede tener usos fabulosos, el problema reside en cómo se aplica en el día a día.